Resumen de un maravilloso viaje. Días después que Vietnam abriese sus fronteras tras el Covid, nos encontramos en el aeropuerto de Hanoi.
El Puente Dorado o Puente de las Manos está “Suspendido” sobre dos manos gigantes
Crucero por la bahía de Halong
Momento en la Pagoda de Bich Dong
Hay pausas especiales en Vietnam
Aguas esmeraldas en Halong.
Paseamos en barca por la Bahía.
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, iluminada por la noche por miles de farolillos de colores colgados en los puestos de ventas, tiendas, casas, restaurantes…etc.
Pasear en bici por Hoian es de los más divertido, incluso cuando te persiguen.
Hay una magnífica infraestructura hotelera para atender los gustos más exigentes.
Si visitas Hanoi, no dejes de visita el tradicional espectáculo de Marionetas sobre Agua.
Templo de Preah Khan, Neak Pean
¿Quieres fotos mágicas pues ve Angkor Thom?
En Camboya la naturaleza se funde con el arte.
Estatuas por todos lados.
El gran recinto
Los cielos son particularmente bonitos en los santuarios y este, no es una excepción.
Es costumbre de los nacionales, visitar sus monumentos ataviados con sus trajes tradicionales, lo que añade un plus de belleza a tus visitas.
Ver personas con sus trajes tradicionales es un plus en este viaje.
Templo de los monos.
Momentos divertidos en Angkor Wat.
Ventanas donde reflejar tu alegría.
Y puertas por donde entrar a otros mundos.
Pnom Pen, Capital de Camboya
Túneles de Kuchi
La capital de Vietnam, tiene sus rincones curiosos, donde perderse a tomar un café.
Momentos de amistad
Ta Prohm, el templo escondido entre la maleza tropical.
¿Cómo construían así?
Hay que usar truquitos para tomar estas fotos.
Pasarelas provisionales sobre el agua.
La silueta de las torres, es el escudo de la actual bandera nacional.
Relato en clave de humor, de un viaje, cuando este país se abría al turismo. Nada que ver con la actualidad.
Le Thanh Giang, el antiguo empleado del presidiario Le Thanh Wuan no eran familia. Resulta que, en Vietnam, Le Thanh es como llamarse Antonio, Juan o Pepe.
A nuestra llegada a Hanoi, nos dirigimos al hotel Renassaince 5*****, 2 cometas y 7 satélites que Mónica había reservado para nosotros.
Casa de Teca
La quintaesencia del lujo asiático.
Nada más llegar a la recepción contraté el buffet más lujoso del hotel. Os prometo, que, en todo el periplo de la Selva, no tuve ni un solo caso de dolencia estomacal, ni episodios de diarreas en el grupo (quitando el resonar de tripas vacías).
Pero cuando mis niñas vieron esa orgía gastronómica desplegada ante ellas, no pudieron contenerse y se pegaron un atracón tal, que al día siguiente estaban todas tomando Fortasec.
Yo, sin embargo, no me uní al festín porque tenía cita con el Sr. Giang y sentado en la entrada del hotel esperaba su llegada.
Apareció un muchacho de 19 años en una mobilette con un maletín negro. Tras presentarnos:
Toon: Le, me gustaría hablar con Vd., en un lugar tranquilo, ¿Le parece bien que demos un paseo por la calle?
Le: ¿Va Vd., a pegarme? (¡¡¡esto no es broma, me lo preguntó!!!)
Toon: Hombre, yo lo que quería es tener con Vd., una charla para que me explique qué ha pasado y para ver juntos cómo podemos arreglar esta situación ya que nos quedan dos semanas de viaje.
Aquí no puedo hablar con tranquilidad porque nos puede oír el grupo y prefiero que tengamos privacidad.
Le: entonces de acuerdo.
Caminamos juntos y para romper el hielo, Le me contó que iba a casarse dentro de poco y yo lo felicité. Llegamos a un chiringuito de sillas de plástico y nos pedimos unas Coca Colas.
Y Le, ese muchacho frágil con gafas me pidió que le dejara hablar sin interrumpirle. Y yo me presté a escuchar la lección más importante que aprendí de mi viaje a Vietnam.
Le: Hace unos meses, mi jefe, comenzó a sacar dinero de la empresa para pegarse la gran vida. Cuando su padre, envió el primer deposito, el destinó ese dinero para comprarse un Mercedes.
Cuando me di cuenta, ya era tarde.
Todos los años en la Fiesta de Año Nuevo, es una tradición en Vietnam reunirnos en familia y contar las cosas buenas y malas que hemos hecho.
Este año, mi novia estaba invitada a mi casa, y yo me moría de vergüenza pensando que, por mi dejadez, estaría colaborando a que su grupo llegara a Ho Chi Min y nadie estuviera esperando ya que mi jefe robó el dinero.
¡Eso arrojaría un gran deshonor sobre mí y especialmente sobre mi PAIS!
Por eso, cuando murió su padre, y su hermana Mónica, fue a enviar el segundo depósito una semana antes de la llegada del grupo (eran 36.000 eur).
Yo, truqué las cuentas de email de mi jefe, de manera que cuando el, enviaba un correo a su hermana, lo recibía yo y no ella y cuando su hermana le enviaba uno a Wuan era a mí a quien lo enviaba.
De esta manera, conseguí cambiar el número de cuenta bancario de la empresa por el mío personal. Detuvieron a Wuan. Y el dinero lo tiene Vd. aquí en mi maletín.
Y efectivamente, en su maletín estaba.
Toon: Con ese dinero ¿Tiene Vd. suficiente para llevar a cabo los servicios?
Le: No, calculo que me faltarían 6.000 eur.
Toon: Si se los envío. ¿Me garantiza Vd. que no tendré más problemas?
Le: No. Yo solo tengo 19 años y poca experiencia turística. Pero le doy mi palabra que si confía Vd. en mi, trabajaré lo mejor que pueda.
Visitamos: Camboya, Ho Chi Min, Hanoy, el Delta del Mekong en barca y el viaje esas dos semanas fue un sueño.
Conocer al Sr. Giang: NO TUVO PRECIO. ¡Por cierto me invitó a su boda a los dos meses, pero lamentablemente coincidió con la Semana Blanca y no pude ir!
Cuando me despedí del Sr. Tung éramos una familia, por el hubiera degollado a cualquiera.
He tenido la suerte de acompañar posteriormente a mi grupo de Granada al Perú, Alemania y agosto pasado a NY. La foto del grupo estaba colgada en nuestra web hace poco.
Carmen la anciana de ojos dulces sigue igual de callada, solo saludando por las mañanas.
Relato en clave de humor, de un viaje, cuando este país se abría al turismo. Nada que ver con la actualidad. Aunque entonces viajar allí, tenía otro sabor llamado aventura.
Y nos fuimos de Son La a Dien Bien Phu. Lugar situado en un valle bellísimo donde los franceses en un titánico esfuerzo por defenderse del Vietcom construyeron un fuerte y allí los masacraron dando lugar a su retirada y a la entrada en la guerra de los EE.UU.
Puentes en la Selva
El Sr. Tung, es un hombre bajito, de edad avanzada y robusto (para ser vietnamita). No he visto a un solo obeso en mi viaje.
Micrófono en mano, comenzó a relatarnos con pasión cómo él y sus compañeros trasladaron las piezas de artillería por las montañas, con ruedas de bicicletas o simplemente arrastrándolas.
Muriendo muchos de sus amigos reventados de puro agotamiento. Una vez, llegaron al valle, cavaron un tunel de 40 km, hasta situarse bajo el fuerte y situando una carga de dinamita tremenda.
Volaron el fuerte y comenzaron a bombardear masivamente al resto del ejército francés.
En ese momento el Sr. Tung, completamente transportado en el tiempo, “se parte la camisa” al más puro estilo calé, mostrando todas sus cicatrices de los fragmentos de metralla.
Empieza a explicarnos con pleno detalle y gran satisfacción personal como degollaba a los moribundos, dejando sus cuerpos sin enterrar (máxima ofensa según los esquemas vietnamitas) para alimentar a los buitres.
Cuando terminó su explicación:
¿Alguna pregunta?
Yo sí que me hacía una: ¿Habrá llegado la transferencia por Western Unión que me había enviado Mónica para pagar el salario al Sr.Tung?
Como vio que todos atendíamos ese día a sus explicaciones, decidió regalarnos una visita muy especial.
Nos llevó a los túneles y trampas que utilizaba el Vietcom y me utilizó como figurante americano/francés para mostrar tal o cual trampa o tortura.
Me obligó, a meterme en todos los túneles, subirme a árboles y taludes no dudando echarme hojas, ramajes y tierra en lo alto para camuflarme en su clase de guerrilla particular.
El colofón de la visita fue un lugar donde te permitían previo pago, disparar con un M16 o un AK47 a 1 dólar la bala y eso si el muñeco-blanco era un marine (no había otra opción).
Y llegamos al hotel y……. ¡era maravilloso! Alrededor de un lago de nenúfares, rodeado de jardines, nos alojábamos en pequeños chalets individuales con todas las comodidades.
Resulta que antiguos combatientes y altas personalidades del partido comunista se alojaban allí para los actos conmemorativos y claro no habían reparado en gastos.
Al llegar al comedor, milagro. Mantel y servilletas de tela y cubiertos (no palillos).
La mesa alargada y yo me senté en la presidencia de la misma, dispuesto a vivir el momento, pedí una cerveza.
Cuando trajeron los distintos platos de arroces, carne, etc., pude entender cómo deben comer los monjes cartujos pues ni una voz se oía, después de tres días de ayuno, el raspar del tenedor contra el plato era la única sinfonía.
De repente de la puerta de la cocina que estaba frente a mí, sale muy pausadamente una RATA que de grande que era me dijo o me pareció oír: buenas noches soy su rata personal.
Entonces alcé mis ojos al techo de escayola decorado con motivos chinos del comedor y exclamé como Isaías una oración: ¡
Señor!, que no la vean. Pobreticas con lo felices que están comiendo.
Y como San Francisco, otra plegaria: Hermana Rata, ignoro si eres parte de nuestra comida o una visitante ocasional:
¿Te importaría volver a la despensa? Y me escuchó y para los postres mis viudas, ya se habían reconciliado conmigo porque lo que tenían era hambre y no malos sentimientos.
Nos reímos mucho comentando las explicaciones del Sr. Tung e ilusionados esperábamos tomar al día siguiente nuestro avión a la civilización, a Hanoi donde yo tenía que encontrarme con el empleado del Sr. Wuan.
Relato en clave de humor, de un viaje, cuando este país se abría al turismo. Nada que ver con la actualidad. Aunque entonces viajar allí, tenía otro sabor llamado aventura.
Si. Me equivoqué y de largo. Si bien los alojamientos en la selva eran muy sencillos, el grupo entendía donde estábamos.
Por eso la perspectiva de llegar a una ciudad, por muy rural que fuera, unida a la dieta prolongada de mandarinas nos hacía soñar cual espejismo en el desierto con que nuestro hotel fuera un resort de lujo con buffet libre.
Si baches hubo en la carretera, socavones tuvimos en las calles de Son La.
Cuando aún no venían masas de turismo,
Con Julio
Cuando paramos, le pregunté dos veces al Sr. Tung si ese bloque destartalado de en frente era nuestro hotel.
Resumiendo, carecía de ascensor y estábamos alojados en la mejor planta (la séptima), la puerta de la recepción olía a orines de perro y cuando comenzamos a subir por la escalera a nuestras habitaciones en las tres primeras plantas pudimos comprobar como los clientes locales se instalaban en unas habitaciones colectivas a fumar opio.
Yo intentaba animar al personal, pero mis viuditas tenían la mirada fuera de las órbitas y en algún momento pensé que serían capaces de sacarle zumo a sus bolsos, de tan fuerte que lo agarraban.
Nadie se metió con nosotros, es un pueblo educado hasta cuando están de botellón.
Al llegar a la habitación, pude comprobar que la cama estaba limpia y el único “pero” que le pude sacar fue que el calentador eléctrico de la ducha estaba enchufado a la red a través de unos cables completamente “pelados”.
Me duché con extremo cuidado para que el chorro de agua no se desviara que no era cuestión de electrocutarse.
De camino a la cena, recibo un msn de mi hermana Mónica comunicando que nuestro tío Fred había fallecido.
Existen 50 tonalidades diferentes del color negro: negro antracita, negro alquitrán, negro asfalto y a partir de esa noche: negro cocina y comedor de hotel de Son La.
Paredes y local más cutre, no he conocido ni conoceré. Volví a sacar la bolsa de mandarinas, pero ni con esas se aplacó el hambre y el cansancio de mi grupo que estalló en abierta rebeldía.
Intentaba poner paz y calma explicando que solo nos quedaban 2 días más de selva y que en esos 15 días de viaje, disfrutaríamos de hoteles de 5 estrellas, pero algunas estaban muy alteradas.
Aunque no era necesario gritarme para avergonzarme, los silencios al fondo de la mesa mientras comían con pena su mandarina eran todavía más hirientes.
Sin embargo, una de las frases que se dijo en voz baja, si me hizo daño: como el padre se ha muerto, esto ya no funciona…
Aguanté el tipo hasta que subieron a la habitación y volví a recordar a mi padre cuando me dijo: Un chino local (Lee Tan Wuan), me está preparando un programa inédito por la Selva incluyendo Diem Viet Fu….bla, bla, bla.
Esto no cuadra, aquí pasa algo… Bajo a recepción y llamó por teléfono a Lee Tan Wuan.. un empleado al otro lado de la línea responde en inglés:
Toon: buenas noches, necesito hablar con el Sr. Wuan, soy el Sr. Espinosa
Empleado: Sr. Espinosa, el Sr. Wuan está en prisión por estafa. Y yo soy el único empleado que queda en la oficina. No me queda más dinero para atender a su grupo a la llegada a Hanoi.
Toon: ¿Está Vd. ¿Hablando en serio?
Empleado: absolutamente.
Colgué el teléfono y como un zombie salí a la calle, bullicio, personas, perros, oscuridad, anduve un rato y al llegar a una esquina, me apoye en una pared y me deje caer al suelo y allí quedé durante bastante tiempo.
La gente me esquivaba o pasaba saltando sobre mí, le importaba un carajo porque eso era la Conchinchina y yo extranjero.
Estuve bastante tiempo como ido, pero poco a poco como un ordenador que resetea fue poniendo en orden mis ideas.
Lo primero que pensé fue llamar a casa, pero no quería preocupar a Raquel. Así que regresé a la recepción y llamé a mi hermana Mónica y le expuse el problema.
Decidimos reservar un hotel de 5 ***** para los dos días de Hanoi y así darme tiempo para hablar con la embajada y ver si lo que me había contado el empleado era cierto.
Después fui a ver al Sr. Tung y le expuse el problema de liquidez de la agencia local, prometiendo abonarle sus servicios personalmente tanto a él como al Sr. Ting.
Lo tomó muy bien, y no tengo más que palabras de agradecimiento al apoyo que me brindo dentro de las limitaciones de su cultura.
Y después me dirigí a mi habitación. Cuando iba a entrar, siento que me llaman y me vuelvo.
Era Carmen, una anciana de ojos dulces, piel muy arrugada que había viajado mucho conmigo, pero nunca hablaba más que para saludar por la mañana. Se acercó a mí y me dijo:
Hijo, un hombre no se puede venir abajo por tan poca cosa. Si no eres capaz de superar esto, mejor dedícate a otra cosa.
Fue entonces y solo entonces cuando vi realmente sus ojos. Ojos de alguien que ha pasado mucho en la vida, alguien cuya aparente fragilidad encierra una vida de batallas, de pérdidas pero que no ha dejado de VIVIR.
Volvieron los ojos dulces, me dio las buenas noches (eran las 4 am, me había estado esperando todo ese tiempo…)