Turquía – Ruta de San Pablo
Reflexión tras una charla
Si alguno dice <Amo a Dios> y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
S. Juan
Ayer, sentado en un banco de la parroquia de Alhaurín de la Torre, presidiendo la eucaristía D. Juan José Loza (Juani para los amigos) escuchaba yo absorto la primera lectura.
Tenía una cita a las 20 hrs con los peregrinos que recorrerán la Ruta de San Pablo (Turquía) la próxima Semana Blanca y como llegué con tiempo, entré a oír la misa.
El caso es que la sentencia de San Juan, no se me iba de la cabeza.
La charla
Incluso mientras con pasión, ya más tarde, explicando los pormenores del futuro viaje a los parroquianos, con ilusión y fuertes dosis de paciencia me escuchaban hablar de lo acontecido en Éfeso.
Allí, la tradición sitúa la casa de la Virgen María y San Juan y la basílica donde fue enterrado discípulo favorito de Jesús.
Incluso, entonces cuando emulaba yo al platero Demetrio, encabronado con el Grande de Pablo de Tarso junto con el resto de comerciantes al grito de “Grande es Artemisa de Éfeso” (peligraba el comercio de la estatuilla de múltiples pechos con tanta conversión al cristianismo).
Pues hasta entonces estaba yo dándole vueltas a la primera lectura.
Parte de la culpa la tuvo también el buen amigo Vicente Canteli que tiene la habilidad de Pepito Grillo para apuntar con precisión quirúrgica temas que uno debe escuchar, aunque no dejen dinero.
La afectividad.
Porque son temas afectivos y no conozco persona sobre la tierra que le de mayor importancia a los afectos que Vicente.
Suelo asociar a mis amigos con escritores y Vicente es para mí como Michael Ende.
Como diseñador tiene una imaginación, creatividad y precisión desbordante como en la Historia Interminable y en el plano familiar.
Estoy convencido que Momo se escribió para él.
En el almacén de los hombres de gris, no hay una sola flor robada al tiempo de su hija.
Vino a verme porque está cambiando totalmente la página de www.savitur.com y sentado en mi despacho, hablando de un amigo común, con elegancia, mano izquierda.
Sin que yo aún sepa cómo me recordó algo que leí mucho tiempo atrás del gigante Victor Frankl:
<A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino>
Hombres que cuidan.
Poco antes de llegar Vicente, fui a visitar al hospital Parque San Antonio a un gran amigo sacerdote que se encontraba junto a su familia.
Su hermano, acaba de ser operado a corazón abierto. Él ha pasado unos días llevando y trayendo a su familia al hospital cercano a Savitur (no viven en Málaga).
Te he visto y admirado en muchas facetas amigo Pepe, pero verte con tu familia, el cariño con que los animabas…. caramba vaya lección de amor.
Amar a los que tenemos cerca, parece fácil y que me cuesta. Porque bien lo dijo Pablo en Anatolia, esa región que visitaran en febrero los peregrinos de Alhaurín de la Torre y Torremolinos:
< Por el mero cumplimiento de la ley nadie será restablecido por Dios en su amistad >
Todos los días tomo decisiones que afectan a personas: mi familia, mi equipo de trabajo, mis viajeros, mis proveedores, mi competencia, mis vecinos, y cuando esas decisiones no se basan en criterios de amor, lo peor no es hacerles daño, lo peor es no ser ni siquiera consciente de ello.
Volverte un lápiz, un ególatra.
Todo no vale.
Aunque fuera el mismo Pablo de Tarso en Grecia (Tesalónica) el que afirmara la necesidad de trabajar (El que no quiere trabajar que No coma).
Y este nuevo sistema que se ha implantado (hay quien cree que esto puede cambiar) sea atroz y obligue a un permanente estado de alerta y competitividad.
A pesar del refrán popular: camarón que se duerme se lo lleva la corriente, nuestro temor al fracaso no puede conducirnos a aceptar cualquier solución … cualquier sistema.
Grande será Artemisa de Éfeso pues para el que la quiera que yo me quedo con San Juan y San Pablo y con el Amor.
A veces y no pocas veces olvido lo que debiera ser mi propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias.
Perdón a quienes tenéis que sufrir las consecuencias y gracias a quienes con vuestro ejemplo le dais un golpecito a mi timón.