New York… New York

New York… New York

Comiendo un taco en un puesto callejero de la calle Roosevelt en Queens.

Sobre mi cabeza pasa la vía del metro aéreo que conecta Manhattan.

New York... New York

Miro alrededor, tiendas y puestos de comidas hispanos. En alguno de ellos un cartel anuncia: “se habla inglés”

Tomo un taxi amarillo y el chofer es afgano.

El hombre lleva dos turnos seguidos trabajando, pero me cuenta orgulloso que sus dos hijas son universitarias.

– Oiga, ¿Me puede llevar al Bronx?

– ¿A qué zona?

– A la very chunga hombre. ¡La de los Latins Kings!

– Es peligroso tío.

– ¿Peor que Kabul? Se ríe….

EN EL BRONX…

Grafitis del último héroe Hip hopero-pandillero asesinado, zapatillas colgando de los cables eléctricos, música rap.

Bakar me explica que los carteles blancos que veo casa si, casa no, son anuncios policiales informando que en esos domicilios se ha encontrado droga.

Las chicas postulantes para Latins Kings en su prueba de acceso, tienen que ir al metro, entrar en un vagón en hora punta y rajarle la cara a una persona sin mediar palabra.

Los chicos deben conducir en compañía de un veterano con las luces de cruce encendidas a pleno día y dar muerte a la primera persona que amablemente les avise del despiste.

Oye Bakar, a Manhattan que me acabo de recordar que nací en Pedregalejo y soy pijo de nacimiento. Aquí no se me ha perdido nada.

Paró en Central Park West a la altura de la 77.

Me meto en el parque a caminar, silencio, paz. Lo cruzo hasta llegar a la quinta avenida y me sumerjo en el Santuario de Apple.

Hago unas compritas y entro en el metro. Es antiguo y no muy limpio pero el ambiente es espectacular. ¡No hay metro que suene mejor!, cierro los ojos y escucho.

Llego a la octava y entro en la tienda de HB. Imagina una tienda de electrónica del tamaño de El Corte Inglés atendida exclusivamente por judíos ultraortodoxos.

Compro un marco digital para mi Pakilda y me atrevo a practicar mi pobre hebreo con el empleado que me habla de lo bueno que está el vino de Málaga.

La bici-taxi.

No encuentro un taxi libre y de repente veo una bici-taxi y no me lo pienso. El ciclista es de Estambul, los coches nos afeitan al pasar.

Está estudiando turismo en NY y se saca unas perras dándole al pedal. Cuando me deja en el hotel Helmsley le digo: Halid, cambia de trabajo porque esta bici es un ataúd con ruedas.

Es de noche y estoy en la planta 86 del “rascacielos”, dama de Nueva York, pináculo de Manhattan. Mi grupo absorto en el Mar de Luces a nuestros pies.

Acaba la jornada y mis 31 granadinas están agotadas de su día libre. Bolsas de los almacenes Macys inundan sus manos.

No quieren andar, así que por 5 dólares las meto en una limousina. Entran 10 en cada una, pero solo hay dos, asi que 15 y 16 por coche. ¡Toon! Esto parece un cajón de muertos dice mi suegra.

Anda Lina tira pa’ dentro que tú tienes que dar ejemplo que como protestes te monto en la bicicleta de Halid.

¡Si me olvido de ti NY, que se me pegue la lengua al paladar!

En New York City con Viajes Savitur

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Manchas en las Manos

Manchas en las Manos

Un relato sobre mis comienzos, desde la visión del abuelo que soy.

Manchas en las manos

Hoy, el abuelo soy yo

Un verano con ocho años mi padre me montó en un bus con un grupo que iba de viaje a Portugal.

Al subir una buena cantidad de señoras mayores no pararon de pellizcarme los mofletes y ofrecerme sin parar sandwiches de pan Bimbo con mantequilla que habían preparado para el camino.

Cuando eres niño te fijas en detalles en los que un adulto ni se fija y yo cada vez que me ofrecían otro sandwich no podía evitar fijarme en las manos que me los ofrecían cuyos dorsos tenían manchas y eso no me gustaba.

El poder de una madre.

Tantos tuve que comerme y tan a disgusto que al llegar a las Pedrizas vomité. Pero mi madre me había enseñado que no se puede rechazar un regalo de una persona adulta.

Hoy soy yo quien ya comienza a tener manchas en las manos y otra en la mejilla izquierda que os confieso he intentado quitarla con algún que otro producto cosmético sin resultados hasta el momento. A esas personas mayores les debo mucho de lo que soy.

No te enfades si no sale como quieres.

En San Petersburgo gracias al foro internacional de economía, el ayuntamiento ofrecía un concierto abierto de STING.

La hora coincidía con un espectáculo folclórico contratado para mi grupo así que hablé con Juliana, la guía de Savitur del otro autobús y ella se ofreció para quedarse con el grupo y así yo podría oír en directo y en Rusia la canción: because the Russians loves their children too o gritar como loco Rooooxane.

La interrupción del plan.

Así que una vez acomodados mis viajeros me dispongo a salir y en la puerta del teatro me encuentro con Elena, la guía de la que os hablo en “la Maestría” que me dice:

Oye si no me molestas mucho, te llevo a un sitio cutre donde podemos esperar a que salga el grupo.

Ante semejante propuesta, dicha con tanta “suavidad dulzura” y cariño no me pude negar porque yo como ha quedado demostrado desde mi más temprana edad, no me niego a comer un sandwich mantecoso y recalentado de ninguna señora mayor.

Además, intuía que esa invitación debió suponer un esfuerzo titánico de mi apreciada Elena. El niño dentro de mí seguía tarareando todas las canciones de The Police.

Te llevarán a dónde no quieres.

Y si era cutre. En el muelle del puerto, un bar de marineros.

En la época sovietica los marinos mercantes rusos fueron regalando souvenirs, y objetos que ellos consideraban iconos de nuestro mundo occidental, así que entre un poster de Casablanca innumerables matrículas de medio mundo.

Instrumentos marineros y dos borrachos que literalmente dormían la mona sobre la barra tomamos asiento.

Me apetecía tomar una cerveza (la natural es excelente) pero ella me invitaba a café, así que café.

Los planes de la vida son mucho mejores que los tuyos.

Y comenzó la clase de historia soviética. Como inevitablemente se tocó la política, y mi FB está concebido para “ganar amigos y no perderlos” por esas tonterías no entro en detalles.

Fue una hora y 3 cuartos de clase magistral de Elena que me llevó de Lenin a Medvedev, a la visión rusa sobre Ucrania, Polonia, Bielorrusia, los conflictos con los chechenos, así como la lucha interior de los habitantes de Uzbekistán y las demás repúblicas turcas que estuvieron bajo el paraguas de la URSS, pero a la vez muy influenciados por el islam, el deseo de Rusia actual de ingresar en la CEE….

Estoy seguro que ese sandwich histórico-sociológico me vendrá muy bien para el futuro. ¡Por algo se le ocurrió a esta buena mujer invitarme a ese bar, pero caramba era un concierto de STING y yo ya tengo también manchas en las manos!

El Turco emergente.

Viaje a Capadocia

 A primeros de mayo Raquel y yo nos fuimos a pasar unos días a la Capadocia, nos acompañaba un matrimonio amigo.

Turquía, un país que me fascina, tengo buenos amigos turcos, he seguido su desarrollo en los últimos diez años.

En esta ocasión para celebrar nuestro aniversario de bodas, no reparé en gastos y nos alojamos en el hotel CCR un auténtico capricho.

Me llamó la atención al bajar a desayunar que la clientela del lujoso hotel era un 60% asiática (turcos, chinos, coreanos y japoneses, un 20% brasileña y Sudamericana y el resto europea y de una media de edad alta, muy alta.

Una sorpresa de encuentro.

La Duquesa de Alba se encontraba en otro hotel cercano Museum (el más lujoso de la zona) acompañada por su marido.

Viaje a Capadocia

Los cambios que provoca el turismo.

Los pueblos de Capadocia, antaño dedicados a la recolección de guano de paloma y al cultivo de patatas, hoy han cambiado.

Por todos lados se anuncian hoteles pequeños, restaurantes, empresas de alquiler de globos, de motos y 4×4.

La bonanza tiene sus riesgos.

Los hijos de los agricultores prefieren dedicarse a atender turistas que a cultivar “papas” y los padres tampoco quieren doblar tanto la espalda.

Así que abandonaron la tarea de darle de comer a las palomas que durante siglos solo tenían que acercarse a los palomares situados en las famosas chimeneas de las Hadas con la única obligación de defecar a cambio del trigo gratuito para que los capadocios recogieran los excrementos y abonaran sus cultivos que producían las mejores verduras que he tenido ocasión de probar.

La pérdida del sabor.

Eso se acabó, hoy como en España, la fruta y la verdura se cultiva en invernaderos con químicos y es muy bonita pero no sabe a nada. ¿Y las palomas? Pues migraron a las grandes ciudades donde su guano lejos de ser benéfico es una cochinada.

Viaje a CapadociaIntenté infructuosamente beber un Ayrán al estilo tradicional (yoghurt salado de oveja) – tarea imposible.

Como país civilizado se ha impuesto la pasteurización que mata el sabor que recuerdo. Encuentras Ayrán debidamente refrigerado, de leche de vaca y con fecha de caducidad.

Queda un lugar en el mundo donde lo puedes beber un Ayrán como Dios manda y está en “Siria” así que me toca esperar.

Viaje a CapadociaPor si fuera poco, los terrenos cultivables se están utilizando para fabricar unos ladrillos especiales que se utilizan para el tremendo desarrollo urbanístico de las ciudades.

Nos quedan las vistas.

Menos mal que los bellísimos paisajes cuentan con la protección de UNESCO porque el progreso tiene poca piedad con las tradiciones.

Viaje a Capadocia¿Progresa Turquía? Económicamente sí. A esta región de Anatolia Central se les conoce como los “Tigres de Anatolia” ciudades como Konya, Kaisery crean empresas y crecen al abrigo del partido de Erdogan.

Prefieren ser puente entre continentes.

Es la nueva Turquía que ha dejado a un lado sus aspiraciones de convertirse en miembro de la CEE y prefiere ser “Cabeza de Ratón” que cola de León.

Su posición geoestratégica y su historia le convierte en puente entre Asia y Europa y hermana Mayor de los países de Oriente Medio y del Mediterraneo Sur.

El crédito fluye, los mercados creen en la nueva Turquía y Erdogan ha propuesto crear un segundo canal, un segundo Bósforo ¿para descongestionar el tráfico marítimo, evitar accidentes…o para forzar a los barcos a pagar un peaje que está prohibido por la Convención de Montreux (1936)? Este nuevo canal costaría unos 5.000 millones de euros.

Como en todo el mundo sufren los jóvenes.

Turquía crece sí, pero de forma desigual. En Anatolia el sueldo medio puede estar en torno a 400 euros.

Los precios de las viviendas en Capadocia rondan los 120.000 euros, la gasolina está a “2 euros el litro” y tras una visita a un mercado local pude constatar que los productos básicos tienen precios muy similares a los nuestros.

Dificilísimo para un joven de Capadocia salir de la casa de sus padres, así que termina siguiendo a las palomas, buscando las ciudades.

Comer.

Si hablamos de gastronomía, algunos restaurantes locales son excelentes, pero siempre en torno a los mismos platos.

Falta innovar: la hoja de parra rellena de arroz, la pizza turca (Lahmacun), la cazuela de carne hecha al horno y sus yogures son excelentes, por no hablar de la berenjena en todas sus versiones.

Me sorprendieron sus vinos. En Estambul, ya encontramos algunos restaurantes de referencia, pero la innovación culinaria aún no ha transcendido al recetario popular y se echa mucho de menos a partir del tercer día de estancia.

Viaje a Capadocia

Rte. Aravan Evi Premio Trip Advisor 2012

La visita en globo.

A pesar de su precio es imprescindible, un auténtico espectáculo visual, divertida, dinámica, segura. La pericia de sus pilotos hace disfrutar al viajero de esta experiencia cada minuto.

Viaje a CapadociaLos Museos al aire libre, los Valles de Goreme y Zelve, los pueblos de Uçhisar, Mustafapasa, el espectáculo de los Derviches (cobrar 30 eur es un abuso).

Permiten ahora que tenemos vuelo directo desde Málaga a Estambul dos días de turismo activo en Capadocia y a la vuelta disfrutar de un par de días en Estambul que, aunque lo haya visitado 100 veces nunca me cansa.

Y Turquía, Brasil, India, China, emergen como lo hicimos nosotros en otra época, le prestan dinero, creen en ellos.

Su agricultura se abandona, de las fábricas pasan a la construcción, el orgullo crece, la burbuja todavía no está demasiado hinchada hasta que……

¿Y nosotros? ¿A dónde vamos?

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