Relato en clave de humor, de un viaje, cuando este país se abría al turismo. Nada que ver con la actualidad. Aunque entonces viajar allí, tenía otro sabor llamado aventura.
Las circunstancias antes del viaje
Cuando llegué a Vietnam, me encontraba en un momento personal muy difícil. La tarde anterior a tomar mi vuelo a Hanoi, mi madre y yo en un barquito vaciamos las cenizas de mi padre en la bahía de Málaga como era su deseo. Mi tío Fred, una de las personas a quién más he querido, se encontraba cazando en Alemania, se desmayó en el bosque y entró en coma (falleció, estando yo de viaje).
Llegamos
Después de un montón de horas de vuelo, llegamos a la capital vietnamita, mi grupo de Granada y yo. El guía local, tardó en aparecer. Nos presentamos y resulta que el chofer se llamaba Sr. Ting, el guía Sr.Tung y yo Toon…..
La capital
Hanoi era una locura de ciudad, superpoblada y con más motos que habitantes. Al día siguiente íbamos a iniciar una ruta inédita por la Selva del Norte de Vietnam. En el momento en que me disponía a dormir en nuestro hotel de Hanoy, recordé las palabras de mi padre cuando confeccionó el programa:
¡Canito!, “eres una desgracia”, ¡no conoces Vietnam! Un día irás y visitaras el país más bonito del mundo. Un chino local (Lee Tan Wuan), me está preparando un programa inédito por la Selva incluyendo Diem Viet Fu….bla, bla, bla.
Nos internamos en la selva.
Por la mañana, en un autobús con ventanas correderas y comenzamos a adentrarnos en interior de Vietnam del Norte. La Bahia de Halong en Tierra me dejó atónito.
En una barca, propulsada a remo gracias al empuje de los pies de una nativa (si, los dedos de sus extremidades inferiores eran prensiles como los de un primate.
No existía ningún mecanismo eran unos remos normales) fuimos atravesando un río que a ratos nos adentraba en cuevas y otros en arrozales entre enormes peñascos, donde jamás en mi vida he visto tantas tonalidades del color verde y tanta agua.
Continuamos la ruta y paramos en la tribu de los “Jamón”. Estaban celebrando su fiesta de año nuevo y el jefe de la aldea, quiso conocerme. El Sr. Tung me indicó que entre “jefes de tribus” regía un protocolo estricto, a saber:
1.- Presumir de la riqueza.
El jefe me explicó que era propietario de 4 chozas, 5 bueyes, dos cabras, una moto, la cosecha de yucas había sido excelente y cinco mujeres (en ese orden).
En mi turno de réplica, le conteste que yo era propietario del bus y tenía las 28 mujeres que me acompañaban. Imagino se extrañaría de la edad de mis viuditas, pero tuvo educación y se abstuvo de indagar más.
2.- Intercambio de regalos.
Mejor le hubiera regalado mi móvil, aunque no tuvieran cobertura, le di 20 euros que debía ser el equivalente al PIB anual de la aldea y lo puse en un aprieto porque ahora tenía que corresponder para igualar su honor. ¡Y lo hizo!
De un cesto de mimbre, ayudado con una horquilla, saca una “Cobra” y con un cuchillo la saja, sacándole el corazón y todavía latiendo lo pone en un vasito de aguardiente local y me lo ofrece.
Sr. Toon dijo el Sr. Tung
Dígame Sr. Tung dije yo.
Corazón de cobra es un honor muy grande, debe Vd. Tomarlo mientras late. ¡Es ofensa gravísima no aceptarlo!
PA DENTRO