Mi visión del conflicto
El sábado me desperté temprano con la noticia de la terrible matanza perpetrada por los indeseables de Hamas.
El lunes temprano nos reunimos para gestionar la cancelación de los grupos de octubre y noviembre y las múltiples llamadas que íbamos a recibir.
Tomamos la decisión de cancelar los próximos dos meses y reembolsar el dinero.
Y a las 9.30 A.M. comenzaron los teléfonos a sonar sin parar y nosotros a calmar ánimos y a tranquilizar.
A la par, hablar con los proveedores: líneas aéreas, aseguradoras, nuestra agencia local en Jerusalén. Y con los sacerdotes y organizaciones religiosas que promovían los grupos.
Un trabajo de muchos meses que no dio fruto.
Pero mi cabeza y mi corazón no estaban en eso …
Estaban con mi amigo Ahmed, encerrado en su casa de Betania sin saber cuándo volverá a conducir su autobús. Preparándose para vivir de sus ahorros el tiempo que pueda estirarlos.

Ahmed vive en Betania
Con mi gran amigo Yankele, con el que no hace mucho, hice una ruta de senderismo muy cerca de la zona afectada.

Yankele es un referente en mi Vida. Un Gran amigo.
Mi corazón también estaba junto a Moses, al que le he cancelado 400 plazas, justo el día en que falleció su madre tras una larga enfermedad de Alzheimer.
Se me venían las caras de los guías, maîtres de hoteles, toda gente de Paz: franciscanos, judíos y palestinos.

Gloria, una de nuestras guías, otra persona excepcional.
Llevan años y años sufriendo episodios como el que ahora nos ocupa, entre breves periodos de paz.
Esas son las personas que representan a Tierra Santa, la mayoría que trabaja y se esfuerza por sacar a sus familias adelantes.
Ellos no salen en las noticias porque no generan interés en los medios, porque son la normalidad. Padres y madres de familia.
El Señor los cuide y que pronto volvamos a vernos, trabajando por los peregrinos.